domingo, 4 de marzo de 2012

Ser feliz en el trabajo también depende de ti

¿Eres feliz en tu trabajo? 


En los tiempos que corren parece que plantearse esta pregunta es una auténtica desfachatez pero si consideramos que invertimos en la actividad laboral la mayor parte de nuestro tiempo vital ¿no os parece oportuna?

Ser feliz en el trabajo se considera casi una utopía, un premio que sólo obtienen unos pocos, pero  ¿qué te haría feliz a ti en el trabajo? ¿qué elementos puedes aportar tú para alcanzar esa felicidad?


Imagen: Pixabay
La felicidad no es un punto de llegada, es una forma de caminar. No es un estado, está compuesta por pequeños momentos que sumados nos hacen sentir bien.

La vorágine en la que estamos inmersos y con la que nos toca lidiar hace que por una parte, no seamos capaces de atrapar esos momentos –pasan por nuestro lado sin darles importancia- y por otra, esa FELICIDAD quede pospuesta: seré feliz cuando me cambien de jefe, cuando me asciendan, cuando consiga el proyecto, cuando me ubiquen en un despacho, cuando me suban el sueldo…., sin quererlo o más bien sin darnos cuenta dejamos que el tono gris se implante en nuestra actividad y cuando el gris se instala de manera permanente es muy fácil que se convierta en negro.

Es evidente que hay elementos que contribuyen activamente a hacernos profundamente infelices: si tienes un jefe que es un auténtico psicópata, las jornadas laborales se convierten en un martirio; pero no hablamos de situaciones extremas. En situaciones normales, la felicidad depende de nosotros mismos, mucho más de lo que somos capaces de reconocer.

La actitud positiva ante la vida en general y en el trabajo en particular te acerca a ese grado de felicidad o si quieres, disminuye tu grado de infelicidad. Así:
Ø   Tal vez el trabajo que desempeñas te parezca aburrido, monótono, alejado de tus capacidades. En este caso, piensa cual sería el valor añadido que tú podrías aportar y plantéalo (tal vez no recibas un aumento de sueldo ni un ascenso, pero puede también que esa iniciativa se lleve a cabo y con ello aumentes tu satisfacción, además de conseguir cierta visibilidad y quien sabe iniciar “el efecto mariposa”). 

Ø   Intenta ser flexible. Hablamos de ser un junco, no de estar todo el día bailando con un aro en la cintura. Determina tu núcleo vital, la base de tu pirámide de valores, aquello que va a ser innegociable, el resto puede variar y tú podrás adaptarte al cambio. Las posturas rígidas nos llevan a la intransigencia y en una organización, como en la vida, la realidad es la suma de las realidades percibidas. Tu visión es tan importante y valiosa como la de los demás.
  
Ø   Elimina todo aquello que es superfluo pero a lo que damos demasiada importancia: la ubicación de tu mesa de trabajo, si tienes o no despacho u ordenador portátil o plaza de garaje…, todos estos elementos ayudan a ganar comodidad, “estatus” pero carecer de ellos no debe hacernos infelices. Pregúntate, ¿por qué te hace daño no tenerlos?  Seguramente en la respuesta incluyas alguna comparación con otro compañero/a que sí los tiene. No te compares, es la manera más fácil y rápida de llegar a la infelicidad.
  
Ø   “No hace daño quien quiere sino quien puede”: es difícil asumir las críticas, pero no podemos pretender gustarle a todo el mundo. Debemos discernir qué críticas o feedback son importantes registrar por quienes las emiten -en este caso hay que recapacitar y analizar qué parte debemos trabajar para mejorarla- y saber diferenciarlas de las que debemos desechar al ser lanzadas por sujetos llenos de envidia, rencor.. aquellos que expanden rumores dañinos, muchos de ellos con “Síndrome de Mediocridad Inoperante Activa” sin diagnosticar. En estos casos descártalos, que te rocen sin producir en tu interior rasguño alguno, si ven que te hieren en lo más profundo, atacarán con mayor fuerza; sigue trabajando con profesionalidad e intenta dejar “las emociones en el perchero”.
  
Ø   Huye de los “Dementores: personas que circulan por la Organización absorbiendo la esperanza, la energía…, siempre con rumores negativos, expandiendo su frustración. Además de robarte el tiempo –que luego deberás recuperar incrementando tu nivel de estrés- te inoculan un sentimiento negativo de profunda desesperanza: sus problemas los introduces en tu mochila y acabas por pensar que también son los tuyos.


Ø  Ten claro lo que sí te gusta de tu trabajo y poténcialo: la relación con el cliente tal, el grupo de trabajo en el que participas, el café que tomas con fulanito, el proyecto finalizado, la estabilidad que te puede aportar, lo cerca que está de tu casa, las políticas de RRHH… en general no somos conscientes de la cantidad de elementos positivos que nos rodean, solemos darnos cuenta cuando ya nos los tenemos. Anótalos mentalmente y repásalos diariamente, eso te ayudará a “atraparlos” y “anclarlos” interiormente.

 
Según diversos estudios somos “felices” si mantenemos el ratio de 3 pensamientos positivos ante 1 negativo. Haz tu balance diario, con objetividad, seguro que te sorprenderá el resultado.
Fuente: Google


Si después de este ejercicio no tienes absolutamente nada positivo en tu entorno laboral, tal vez deberías plantearte seriamente si debes continuar allí; aún en los tiempos que corren, todos sabemos que ser profundamente infeliz en el trabajo influye negativamente en el resto de aspectos de nuestra vida y merma seriamente la salud. Una vez más depende de ti continuar o no encerrado en el círculo vicioso.

2 comentarios:

  1. Muy interesante! Totalmente de acuerdo. Es lo que yo siempre digo, todo en esta vida depende de cómo lo percibas.

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    Respuestas
    1. Paula, muchas gracias por tu comentario.

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