sábado, 22 de diciembre de 2012

Del Cuento de Dickens a una sesión de autocoaching: ¡no quiero ser Mr. Scrooge!


¿Quien no ha visto alguna de las múltiples versiones cinematográficas del Cuento de Navidad de Dickens? ¿Quién no ha odiado al huraño Mr. Scrooge, un ser carente de empatía y generosidad, mezquino y arrogante, con nula inteligencia emocional y social? ¿Quién no ha temido a esos tres fantasmas que aparecen en su vida, seres que hacen que Mr. Scrooge mire de frente lo que es,  los errores cometidos y de no modificarlos en qué se convertirá?

Cada una de las apariciones son en sí mismas magníficas sesiones de coaching que permiten al personaje centrarse en los aspectos que debe modular y modificar para avanzar, consiguiendo -tras presentar la oportuna   resistencia al cambio- convertirse en una persona más completa.

Como Mr. Scrooge, todos tenemos lo que la vida y  nosotros mismos nos hemos forjado a base de elecciones y renuncias, suerte y tesón, actitudes, relaciones, adhesiones y abandonos.

Ahora que la Navidad está a la vuelta de la esquina, más bien a dos pasos de ti, te propongo que también tú, si quieres, te “sometas” a una sesión de autocoaching.

¿Te apetece? Bien, pues comenzamos… 

Y lo haremos partiendo de las Navidades Presentes. 


En un derroche de imaginación quiero que, en primer lugar, dibujes “el taburete sobre el que sostienes tu vida” para una vez definido, puedas evaluar si en estos momentos está o no equilibrado.

Este taburete ha de estar formado por: 

- Un asiento: círculo donde escribirás lo que sí quieres que esté en tu vida, tus deseos.  

¡Cuidado! Haz afirmaciones positivas, ya que normalmente, sin darnos cuenta,  formulamos deseos que engloban aspectos negativos: “no quiero fracasar”; “no quiero estar sólo”;”no quiero estar enfermo”;”no quiero continuar en paro”;”no quiero vivir estresado”; estos mensajes se trasladan a nuestra mente como “fracaso”, “soledad”,”enfermedad”,“paro”,”estrés” condicionando nuestras actuaciones futuras. 

En ese núcleo vital todos situamos entre otros: trabajo, amor, serenidad, salud, seguridad, equilibrio…; no tengas prisa, ni seas tacaño con tus sueños. Cuantos más mejor.

Ya tienes lo que quieres. Cuando internamente y de manera clara y contundente identificamos lo que queremos, se activa un resorte que nos hace dirigirnos hacia ello. Nos mueve lo que nos motiva. 

+ 4 patas: cada una representará un ámbito (el personal, el familiar, el social y el profesional) sobre el que debemos actuar. Lo ideal es que todas tengan la misma longitud, porque de no ser así… ¡vaya asiento! serviría de decoración pero para poco más ¿no? 

Pregúntate si en estas Navidades Presentes necesitaras sentarte en ese taburete ¿las patas estarían equilibradas y te sostendrían? o por el contrario como le pasaba a Mr. Scrooge ¿estarían descompensadas con el peligro de acabar cayendo? Si este es el caso, elige la pata que más cojea porque con y en ella vamos a trabajar. 

Por ejemplo, puede que hayas descuidado el ámbito personal; tienes la sensación de que al día le faltan horas y todas las empleas en lo demás y en los demás. Estas estresad@. Cuando te miras en el espejo sólo ves ojeras, michelines y cada viernes sacas del maletero del coche la bolsa de deporte sin haber usado su contenido. Necesitas tiempo para ti. Te estás perdiendo.  

Vayamos ahora a las Navidades Pasadas. 


Compara lo que has definido y con lo que cuentas en el presente, con aquello que tenías hace un año y evalúa en qué has mejorado, empeorado y qué es lo mantenido. 

Repasa los objetivos que te fijaste para el Nuevo año y cómo has distribuido tus esfuerzos y energía porque en ello estará la clave: no cometer los mismos errores.  

Siguiendo con el ejemplo: tal vez hace un año ya te encontraras cansad@, incluso comenzaras varios planes de acción para mejorar tu estado físico y anímico: apuntarte al gimnasio, una alimentación sana, recuperar tiempo para tu afición favorita… Demasiadas cosas, demasiado ambicioso. Con el paso de los meses primero dejaste de asistir a las clases de pilates, después te deslizaste por los placeres del picoteo y cada vez que deseabas pintar, escuchar música, leer… eran las 11 de la noche y estabas exhaust@ o simplemente volvías a anteponer el resto de obligaciones (terminar el informe, preparar la cena, hacer la compra, ayudar a los niños con los deberes…). 

Si para el 2013 repites la estrategia, sabes que obtendrás el mismo resultado; eso sí con menos fuerzas, más quemad@ y con la patita aún más corta. Por eso para ser alcanzado en las Navidades Futuras


Fija un objetivo (recuerda: solo uno y para la pata más corta): 

-         Que sea realista, concreto y de formulación sencilla; en el ejemplo “Voy a dedicar 1 hora a la semana a dar un largo paseo”. 

-         Debe ayudarte a conseguir alguno de los elementos que has incluido como indispensables en tu vida (en el “asiento”); continuando con el ejemplo: “esa hora caminando me aportará serenidad y mejorará mi salud”. 

-         Piensa con qué recursos cuentas (propios y ajenos). “ese paseo lo daré el fin de semana”.

-         Revisa periódicamente si lo cumples o no para introducir las correcciones necesarias. 

Diseña el plan de acción: 

-         ¿Cuál va a ser tu primer paso? “Delegar en los demás miembros de la familia el hacer la compra semanal”.

-         ¿Cuándo? “Daré el paseo mientras ellos  realizan las compras”. 

-         ¿Con quien? “Iré sol@, así tendré tiempo para serenar la mente” o “puedo quedar con Jorge, así podremos charlar y será un tiempo dedicado a los amigos” con esta segunda opción estarías “matando dos pájaros de un tiro” pero insisto, encuentra la fórmula que mejor se adapte a tus circunstancias. 

-         ¿Qué harás si no vas bien? “cambiar el día”.

Con esto termina tu viaje. Es posible que hayas detectado muchas áreas de mejora; eso está bien pero no quieras arreglarlas todas; recuerda que un largo camino comienza con único y primer paso. Durante el 2013, si flaqueas en el objetivo marcado, recuerda a Mr. Scrooge…
¡Feliz Navidad!




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